Tenia un vecinito en mi infancia con quien jugaba todas las tardes, pero en la adolescencia esto cambio de manera muy excitante y morbosa. Fui a la cocina y saque refresco del refrigador, saque un vaso y me serví. Yo le seguía acariciando el pene mientras el me tocaba las nalgas, me besaba los hombros y el cuello hasta que se detuvo y me agarro fuerte una nalga. El agarraba mis nalgas con sus ambas manos y me acariciaba, yo le agarraba ese pene que parecía que iba a salir disparado de esos shorts. Sus venas resaltaban, era cabezón y salía líquido pre seminal del glande, su pene palpitaba apuntando hacia arriba, empezó a masturbarse mientras me miraba, su respiración estaba agitada.
Me gustaria que me aconsejaran Gracias. Excelentes gracias. Bienvenida a nuestro rinconcito de amor, te enviamos un abrazo en la distancia. Una cosa es ser soltera y disfrutar la vida y otra cosa muy diferente es ser sola, amargada y necesitada de atencion. Es horrible vivir en una sociedad donde las mujeres paremos cartones de leche y que nuestra fecha de caducidad son los 40 años. Cuando la realidad es que la sociedad presiona para que se siga con el mismo rol. Y esto no es y no debería haber sido nunca asi. Casa persona debe buscar su lugar y su satisfacción personal sin presiones.
Nuestra novia o esposa puede seguir prendada de nosotros, nos admira todavía, nos considera unos padres maravillosos, pero si siente que no estamos ahí, puede entender que el vínculo que nos unía se encuentra de alguna manera roto. La resolución para ellas puede ser incluso terrible, les destroza por dentro, pero las mujeres llegan a decidirse por una acción así como un impulso vital imposible de eludir. Todos los hombres nos vemos sometidos a un intenso conflicto que consiste en saber conciliar nuestro tiempo personal, necesario para desarrollarnos como individuos, con las horas que hay que compartir con nuestra media naranja, fundamental para nuestra estabilidad emocional. Es necesario, por consiguiente, saber cómo actuar, saber protegernos antes de que sea demasiado tarde. Los hombres tendemos también a entender que alguien se dirige a nosotros como si nos pidiera una solución, craso error. Volvemos a subrayar la clave: escucharla y que sienta nuestra presencia.